Un pueblo marinero
Nada cambia el sentir el amor del otro
con un labio que palpita buscando otro
unas manos deseosas de otras
cuerpo ansiando el placer de ser amado
Van pasando despacio las horas juntos
caricias dulces en las manos, besos
uno en el otro; sentirse deseado; el cariño
que palpita, el corazón al estar con el otro
Mientras las olas de este mar calmado
hablan de las historias de viejos marineros
unos ojos grises dejan caer una lágrima
al escuchar un viejo acordeón y una voz ronca
Compañías del tiempo, el tiempo tan contínuo
sobre el lomo de dos gatos que pierden pelo
en la puerta del puerto; barcos casi muertos
que entran agua por su maltrecho cuerpo
Llueve, y en el templo un silencio sepulcral
matando solamente por el olor de la cera
Un sentimiento de cupla y congoja
se desgrana en un papel con una cruz
Las olas van y vienen, traen y llevan recuerdos
donde no caminan los destinos culminados
en que nada tienen de amor, queda sola
la luna sonriente que nadie se rompe